Hacer sonar la entraña: latir juntes un ratito




Escribo tomando la mano de Eva Fàbregas: «Una vez vi un edificio al que se le salían las entrañas, ¡lo juro! Era un cuerpo gigante que desbordaba la arquitectura, alargaba y ensanchaba el espacio, varios organismos parasitando el edificio que cobraba vida, y no puedo confirmarlo, pero por un agujero en la pared asomaba un intestino grueso, rosado, inflamado muy, muy largo. En la sala contigua, las tripas se acababan sobre sí mismas, agrupándose en un nudo engañoso y juguetón, o se amontonaban otras tantas vísceras por identificar. De color chicle, salmón y magenta, los tentáculos se enredaban en bucles infinitos que hacían imposible discernir su origen, conformando una masa informe y apretujada donde todos ellos eran uno».

Eva Fàbregas y blanca arias se encuentran en Matadero para pensar juntas con y alrededor de lo blando. A lo largo de una lectura performativa abierta y porosa, las autoras propondrán diversos protocolos de sostenimiento y escucha del objeto artístico, en este caso, a partir de las obras de Eva, cuyas materialidades y texturas reclaman una atención especial a la palpitación, el pliegue o la respiración. ¿Cómo acompasar nuestras pulsaciones? ¿Cómo crear una melodía a ritmo de víscera? ¿Cómo sintonizar con una temporalidad pulmonar?
Hacer sonar la entraña: latir juntes un ratito
04.07.2025
Matadero (Madrid)






Fotografia: Matadero Madrid / Fernando Tribiño